[vc_row][vc_column][tm_heading style=”thick-separator” tag=”h5″ custom_google_font=”” text=”Walter Baethgen, experto en cambio climático de la U. de Columbia: “El gran hito es que la energía renovable se volvió un buen negocio”” font_size=”lg:32″][vc_column_text]
Entrevista con el Director de Investigación Regional y Sectorial del Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad de la U. de Columbia.
No participará oficialmente de la COP25, pero estará en Santiago por esos días para ser parte de varias actividades organizadas por el Columbia Global Centers Santiago (la oficina chilena de la U. de Columbia). Walter Baethgen es el director del Programa de Investigación Regional y Sectorial del Instituto Internacional de Investigación para el Clima y la Sociedad (IRI) de esta casa de estudios norteamericana, y una de las autoridades mundiales en cambio climático.
Aunque vive en Nueva York, su mirada está puesta en América Latina. ‘El clima nunca cambió tan rápidamente en los últimos 600.000 años. Evidentemente hay un fenómeno que está relacionado con la acción humana’, plantea Baethgen sin tonos conservacionistas. Simplemente con notas neutras de la evidencia científica. ‘Los cambios climáticos son muy lentos. Si no tomamos acciones inmediatas puede haber problemas insolubles en el futuro’.
Una afirmación muy desoladora…
—Solo quiero establecer que el problema es real. Pero soy optimista y confío que la humanidad llegará a un nivel de conciencia para generar grandes transformaciones. Hace 30 años, cuando comenzamos a hablar de cambio climático, la gente ni siquiera sabía qué era. Hoy, te subes a un taxi en Manila o Brasilia y el conductor conoce el tema. Se volvió popular, lo que impulsa a las acciones públicas y privadas.
¿Cuáles son las acciones inmediatas?
—Hay de dos tipos. La primera es reducir las causas, donde la clave está ir cada vez más a energías renovables. La segunda es enfrentarlo. No poner la cabeza en un agujero. O sea, adaptarse.
Algunos ven a la adaptación como conformismo.
—Por eso es importante que la gente entienda que son cosas complementarias. Lo fundamental es cambiar el enfoque en que nos hemos estado desarrollando, lo que tiene que ver con formas de producción y de consumo que, quizá, parecen muy filosóficas, pero son bastante prácticas: tenemos que dejar de emitir más gases de efecto invernadero (GEI) y eso pasa por las energías renovables. Si se mira el balance global, cerca del 70% de los GEI viene del sector de energía. Ahí está el foco. Y el gran hito a nivel mundial es que la energía renovable se volvió un buen negocio. Hace 20 años se desarrollaba con subsidios. Hoy, China, Alemania y España son ejemplos de países que están haciendo mucho dinero en esa industria.
Y con respecto a la adaptación, tenemos que hacerlo nos guste o no. Si queremos seguir desarrollando una economía como, por ejemplo, la chilena, hay que considerar el factor cambio climático.
¿Qué industria después de la de energía está en segundo lugar en la lista?
—Todo el sector relacionado con el desarrollo del suelo, partiendo por la industria forestal. En este grupo también está el rubro agrícola, principalmente en el ámbito de la producción de alimentos.
¿Eso significa cambios en los hábitos de consumo?
—Así es. Hoy el mundo está infinitamente mejor en términos económicos que hace 50 años. Se espera que para 2030 el 80% de la población mundial sea clase media. Cuando empieza a mejorar el ingreso hay de inmediato un cambio en la dieta y, cuando sigue aumentado (así como la educación) comenzamos a cuidarnos, eligiendo alimentos más sanos. Luego si mejoramos aún más económicamente, le damos más importancia al origen de lo que comemos. ¿De dónde viene? ¿Habrá trabajo infantil? Acá en Nueva York es evidente que la gente está dispuesta a pagar más por alimentos producidos en condiciones naturales y que no viene de la reforestación de la selva tropical.
Pero eso pasa en Nueva York… en los países emergentes como los latinoamericanos, aumenta el ingreso y –por decirlo de alguna forma- crece la venta de automóviles.
—Sin embargo, mirando otra arista del consumo, no es que la gente en Nueva York no tenga auto porque sea consciente de los GEI que está emitiendo, sino porque es más práctico. No conviene tener vehículo debido al tráfico, estacionamientos y peajes en cada puente que cruzas. Mejor usar el transporte público.
¿De qué depende entonces el cambio de hábito?
—De crear conciencia en base a una combinación entre campañas de comunicación y políticas públicas dónde participe el sector estatal y el privado. En muchos países se realizaron grandes campañas para disminuir el tabaquismo y se logró. Ahora hay que hacer algo similar.
¿Cómo ve el panorama en las próximas décadas?
—Creo que la reducción de emisiones de GEI va a disminuir. No creo que sea visible en 10 años más, pero en general, hay muy pocos gobiernos que tienen una posición como el presidente de EEUU. La mayoría está metiéndose fuertemente en el tema del cambio climático. Por ejemplo, en China, debido a la contaminación, es una política pública. No hay otro camino.
¿Cuál es la importancia de las cumbres climáticas COP?
—Si bien es un buen lugar para juntar a los encargados de políticas públicas con la comunidad científica, estimo que esa interacción se da también muy fuertemente en otros ámbitos. En algunas de las COP se toman decisiones claves, como en la de París (2016) y hay otras en que se van trabajando detalles que parecen menores, pero que a la larga son muy importantes.
¿Y qué deberíamos esperar de la COP25 en Chile?
—Seguramente se dará una alerta más fuerte por parte de la comunidad científica acerca de que el Acuerdo de París tiene que reforzarse o actualizarse.
Fuente: La Tercera – Pulso[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=”lg:30″][/vc_column][/vc_row]