La Agencia Internacional de la Energía define la energía solar como aquella que se puede extraer de la luz solar que llega a la tierra y ser transformada en otras formas de energía útil, como energía térmica o eléctrica.

La luz solar puede ser convertida de manera directa en energía eléctrica, a través de celdas fotovoltaicas o bien en energía calórica a través de equipamiento de concentración solar.

En los sistemas de aprovechamiento térmico, el calor recogido en los colectores solares o concentradores puede destinarse a satisfacer numerosas necesidades como, por ejemplo, obtención de agua caliente para consumo doméstico o industrial, o bien para fines de calefacción, aplicaciones agrícolas, y la producción de electricidad a través de un proceso termoeléctrico.

Por su parte, los Paneles Fotovoltaicos, que constan de un conjunto de celdas solares, se utilizan para la producción de electricidad y constituyen una adecuada solución para el abastecimiento eléctrico tanto en áreas rurales como desérticas, que cuentan con un recurso solar abundante. La electricidad obtenida mediante los sistemas fotovoltaicos puede utilizarse en forma directa, o bien ser almacenada en baterías para utilizarla durante la noche.

Fuente: Internacional Energy Agency

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La energía eólica es aquella energía cinética que se encuentra disponible en una masa de aire en movimiento (viento). Según la Administración de Información de la Energía de los EE.UU. esta energía ha sido utilizada por el ser humano desde, al menos, el año 5.000 A.C.

Los aerogeneradores son dispositivos diseñados para transformar la energía cinética del viento en energía eléctrica. Producto de intensas actividades de investigación y desarrollo, su diseño aerodinámico ha tenido importantes variaciones desde sus orígenes a la fecha. En la actualidad, el diseño más común consiste en una turbina de tres palas) montadas sobre una torre. La turbina está acoplada mecánicamente a un generador eléctrico. La cantidad de energía que un aerogenerador puede transformar en electricidad dependerá, además de la velocidad del viento, de la altura de la torre y del largo de sus palas.

Fuente: EIA – U.S. Energy Information Administration

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La bioenergía se define como la energía contenida en la biomasa. La biomasa corresponde a cualquier materia orgánica que esté disponible de manera renovable, tales como residuos de animales, plantas, cultivos o deshechos orgánicos.

Dependiendo de la biomasa que se utilice, la bioenergía puede ser utilizada como energía térmica, a partir de la quema directa, o bien a partir de un proceso de transformación en un combustible gaseoso (biogás) o en un combustible líquido (biocombustible).

Fuente: Agencia Internacional de la Energía

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La Asociación Europea de la Energía Oceánica plantea que hay, al menos, cuatro formas de extraer el contenido energético disponible en los mares: tecnología undimotriz, mareomotriz, de gradiente térmico y de gradiente de salinidad.

La tecnología undimotriz extrae energía del movimiento de las olas, de igual forma, la tecnología mareomotriz aprovecha las mareas o corrientes marinas. Por su parte, la tecnología de gradiente térmico aprovecha las diferencias de temperatura entre la superficie y las aguas profundas, y, por último, está la tecnología gradiente de salinidad.

Chile es un país que tiene más de 4.500km de costa y una tradición naval importante, por lo que se estima que la energía de los mares puede jugar un rol, tanto a nivel de provisión de energía a la red como en aplicaciones descentralizadas. Con el propósito de aprovechar estas ventajas, nuestro país ha estado preparando sus capacidades tecnológicas poniendo en marcha una serie de iniciativas público-privadas, que buscan entender mejor el tipo de recurso de recurso y su disponibilidad en el territorio, evaluar los impactos ambientales y sociales, así como también preparar el capital humano necesario para facilitar la implantación de esta tecnología cuando esta esté en condiciones de competir en el mercado.

Fuente: Ocean Energy Europe

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La energía eléctrica producida a partir de la energía potencial contenida en un volumen de agua ubicado a una cierta altura se denomina energía hidroeléctrica. En Chile, se utilizan generalmente dos tipos de centrales, de embalse y de pasada.

Las centrales de embalse interrumpen el curso normal de un río con el propósito de controlar la acumulación o liberación del agua almacenada, lo que permite gestionar la cantidad de energía producida. Las centrales de pasada desvían momentáneamente una parte del caudal de un curso de agua, con el propósito de dejarla caer sobre una turbina que produce la electricidad. Una vez terminado el proceso, el agua es devuelta al cauce natural.

La energía hidroeléctrica es renovable y su disponibilidad depende principalmente de los ciclos hidrológicos. Es del caso señalar que la Ley General de Servicios Eléctricos, en su artículo 225, define que serán consideradas como Medios de Generación Renovables No Convencionales, aquellas centrales hidroeléctricas cuya potencia conectada sea inferior o igual a los 20 MW.

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La energía geotérmica de alta entalpía es aquella en forma de calor que está disponible bajo la superficie terrestre, a profundidades relativamente bajas, producto de la presencia de magma a alta temperatura.

Una forma de extraer esta energía es aprovechar yacimientos de agua o vapor subterráneo que estén cercanos a la fuente de calor.

El calor extraído en la superficie se utiliza para producir vapor a presión que alimenta a una turbina encargada de la producción de electricidad. Finalmente, en las centrales de ciclo cerrado, el agua es reinsertada al yacimiento con el propósito que absorba nuevamente la energía térmica disponible.

Por su parte, la energía geotérmica de baja entalpía aprovecha las propiedades de aislación térmica de la parte más superficial de la corteza terrestre. A unos pocos de metros bajo tierra, la temperatura se mantiene estable durante el año en algunas decenas de grados Celsius. Con el propósito de aprovechar este fenómeno, se instala un circuito de cañerías bajo tierra, y se hace circular lentamente un líquido caloportador que en la superficie está a temperatura ambiente. Independientemente de cuál sea la temperatura ambiente, el líquido, al circular por las cañerías, equilibra siempre su temperatura con de la tierra. Así, si la temperatura ambiente es menor a la del interior de la cañería, entonces el líquido absorbe temperatura, mientras que, si el ambiente tiene una temperatura superior, entonces baja su temperatura.

Existe una gran variedad de formas para aprovechar la geotermia de baja entalpía, tanto para calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria. Una forma que ha probado ser eficiente es el uso de bombas de calor.

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Los sistemas de almacenamiento de energía no producen energía por sí mismos, sino que permiten absorber energía desde una fuente en un momento determinado, y entregarla en otro momento para su consumo.

Según lo indica el Centro de Sistemas Sustentables, de la Universidad de Michigan, las tecnologías de almacenamiento están siendo desarrolladas, al menos, desde la primera mitad del siglo XIX. No hay una única forma de clasificar los sistemas de almacenamiento, sin embargo, lo más común es hacerlo a partir de la forma de energía que es almacenada. Así, es posible distinguir los sistemas de almacenamiento eléctricos, químicos, electroquímicos, mecánicos, hidráulicos y térmicos.

A la fecha, los sistemas de almacenamiento de energía se han masificado en aplicaciones donde no se requieren altos volúmenes de energía. Sin embargo, la investigación y desarrollo en esta área tomó fuerza, primero con la crisis del petróleo en EE. UU. de los años 70s y, más recientemente, a partir del impulso dado por la industria de la movilidad eléctrica.

Desde la perspectiva de las aplicaciones en la red eléctrica, que requieren grandes volúmenes de energía, los sistemas de almacenamiento más comunes son los de bombeo. Estos emulan la operación de una central hidroeléctrica, ya que utilizan energía eléctrica para bombear grandes volúmenes de agua hacia un depósito ubicado a una cierta altura, almacenando la energía en forma de energía potencial. Para extraer la energía, se deja caer el agua sobre una turbina, la cual está acoplada a un generador eléctrico.

Con los últimos desarrollos tecnológicos, el almacenamiento electroquímico en formas de baterías ha ido aumentando la cantidad de energía almacenable, al mismo tiempo que ha reducido considerablemente sus costos de inversión.

El primer sistema de almacenamiento conectado a la red eléctrica instalado en Chile está en la Subestación Eléctrica Andes, y fue puesto en servicio en 2009.

Fuente: Center for Sustainable Systems (University of Michigan)

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Actualidad

Sol, viento y... Capital

Los proyectos ERNC de mayor escala tienen hoy acceso más expedito a financiamiento, especialmente de la banca internacional. Aquí revisamos algunas opciones para obtener recursos para concretar estas iniciativas, como los bonos verdes.

Está más que claro que para echar a andar un emprendimiento en el 99% de los casos no basta solo con las ganas. En el sector de las energías renovables no convencionales (ERNC), en particular, se necesita mucho más que sol y viento para llegar a producir energía eléctrica. En ambos ejemplos, para que los proyectos tengan un desarrollo adecuado y altas opciones de éxito, se requiere el ansiado y muchas veces esquivo financiamiento.

De ahí que numerosas empresas de este rubro informen con “bombos y platillos” cuando consiguen el capital para la construcción de sus plantas. A modo de ejemplo, en julio recién pasado, Mainstream Renewable Power, una de las grandes empresas del sector, anunció un acuerdo para financiar la última fase de su plataforma eólica y solar “Andes Renovables” en Chile, dando a conocer la obtención de US$182 millones para construir el parque eólico Camán (148,5 MW) en la Región de Los Ríos.

El financiamiento principal lo consiguió a través de los bancos KfW IPEXBank, DNB y CaixaBank, mientras que el IVA lo aportó Scotiabank Chile.

También en 2021, Engie Energía Chile se adjudicó una línea de crédito no garantizada a un plazo de 12 años de BID Invest por un monto total de 125 millones de dólares. Los recursos servirán para financiar la construcción, operación y mantenimiento del parque eólico Calama, en la región de Antofagasta. El paquete de financiamiento se desglosa en tres tramos: un préstamo senior de BID Invest por USS74 millones; otros US$15 millones aportados por un Fondo de Tecnología Limpia; y un crédito de US$36 millones provisto por un Fondo Chino para la Cofinanciación en América Latina y el Caribe. Ambos fondos son administrados por el propio BID Invest.

Para justificar el préstamo, BID Invest sostuvo que “esta operación es innovadora al contemplar la estructuración de un instrumento financiero piloto que busca acelerar la descarbonización en Chile y monetizar el desplazamiento real de las emisiones de gases de efecto invernadero evitadas por el cierre de centrales termoeléctricas de carbón y reemplazadas por proyectos de energía limpia”.

Lo anterior, porque la granja eólica sustituirá dos centrales a carbón, emplazadas en Mejillones, que la misma Engie desconectó del sistema eléctrico en 2019.

BARRERAS Y NUEVA REALIDAD

En noviembre de 2007 se vivió el hito inaugural en el proceso de incorporación de las energías renovables no convencionales a la matriz eléctrica chilena: la puesta en marcha del parque eólico Canela, la primera central ERNC en conectarse al, en ese entonces, Sistema lnterconectado Central.

En ese año, y hasta al menos la primera mitad de la década siguiente, las barreras existentes para el financiamiento de proyectos de este tipo en Chile eran numerosas. Un informe del Programa Chile Sustentable de 2011 reveló las más importantes a esa fecha: falta de experiencia y madurez del sistema financiero nacional; falta de mecanismos de mitigación de riesgo, principalmente asociados a la construcción de la planta y su inversión; y el riesgo vinculado a la volatilidad del tipo de cambio (dólar).

En relación a las primeras trabas, el documento señalaba que “la poca experiencia del sector financiero en este nicho de negocio ha resultado en dificultades para que los desarrolladores accedan al financiamiento. En general la banca solo financia contra garantías reales fuera del proyecto, muy por encima de los montos solicitados. El concepto de ‘Project Finance” no constituye una opción para que el proyecto se financie contra los flujos futuros esperados y contra los activos del mismo proyecto”.

Una década después, ¿cuál es la realidad al respecto? Carlos Finat, Director Ejecutivo de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera), comenta que “si bien ha sido un proceso relativamente lento, en los últimos años las alternativas de financiamiento para proyectos sobre 10 megawatts (MW) se han ampliado, tanto por parte de la banca internacional como de la nacional existiendo actualmente una mayor diversidad de fuentes de obtención de recursos. Cabe destacar la labor de los bancos nacionales, que han debido aprender bastante para poder evaluar debidamente los proyectos”.
Pese a lo anterior, el experto indica que el financiamiento para los proyectos ERNC proviene mayoritariamente desde la banca internacional porque “las condiciones que ofrecen tienden a ser más convenientes”.

APROBADOS VS. CONSTRUIDOS

Diferencias significativas se registran entre los proyectos solares fotovoltaicos y eólicos con aprobación ambiental versus los que están en construcción. Entre los primeros, al 30 de junio pasado, había 17.098 MW con RCA favorable y solo 3.606 MW en implementación. En el caso de los eólicos, a esa fecha 4.316 IV1W tenían su permiso ambiental y solo 926 MW estaban en construcción.

Gonzalo Moyano, Director de Acera, sostiene que “la diferencia entre los megawatts aprobados ambientalmente versus aquellos que se encuentran en construcción no se produce tanto por la obtención de financiamiento, sino debido a condiciones de mercado. Entre éstas se encuentra el acceso a contratos de suministro y las condiciones de infraestructura del sistema, en especial /os problemas de transmisión en ciertas zonas de/país”.

Agrega que también hay que considerar el caso de propietarios de terrenos que aspiran a ponerlos en valor para proyectos eólicos, “pero finalmente hay otras condiciones que limitan el desarrollo comercial de esas ubicaciones”. Finat aclara que como asociación se preocupan de que exista un marco de políticas y regulaciones claro, estable y que incentive las inversiones de ERNC necesarias para apoyar el proceso de descarbonización del país. “Cumplir ese objetivo trae como consecuencia que se facilite el acceso al financiamiento a las empresas del sector”, acota.

BANCOS Y BONOS VERDES

En 2016, el informe “Perspectivas del Financiamiento de las Energía Limpias en Chile: ¿Oportunidades para los Bancos Verdes y los Bonos Verdes?”, desarrollado por el Consejo para la Defensa de Recursos Naturales con el apoyo de Acera, profundizó sobre esta otra novedosa modalidad de aporte de capital a los proyectos ERNC, muy utilizada en países desarrollados como Estados Unidos, Reino Unido, Australia y Japón.

En el análisis se expresa que los bancos verdes son principalmente una institución de financiamiento —pública o semipública— cuyo objetivo es “acelerarla consolidación de las ERNC en el mercado de las energías limpias, impulsando la inversión privada en estas tecnologías y facilitando el acceso a su financiación”.

A su vez, los bonos verdes son también un mecanismo eficiente para potenciar la competitividad de las ERNC, “considerando que operan como los bonos convencionales, pero con el requisito de que el financiamiento sea utilizado sólo para proyectos verdes como los de energías limpias”, asegura el mismo documento.

¿Qué rol han desempeñado en Chile? A juicio de Finat, “efectivamente, pueden ser relevantes fuentes complementarias de financiamiento de proyectos ERNC. En el mercado nacional ya existen experiencias en este sentido”.

Una de ellas tiene como protagonista a Atlas Renewable Energy, desarrollador internacional de energía renovable que recientemente fue galardonado con el “Premio a la Negociación Solar del año en América Latina”. Esto, por el exitoso refinanciamiento de la planta solar Javiera (69,5 MW) y el financiamiento de la construcción de la granja solar Sol del Desierto (230 MW), ambas emplazadas en Chile.

Para eso, obtuvo USS253 millones a través del agente DNB Markets en el marco de una colocación privada estadounidense en formato de bono verde, el cual se emitió bajo el Marco de Financiamiento Verde de Atlas Renewable Energy que está alineado con las versiones de 2018 de los Principios de Bonos Verdes de la International Capital Markets Association, creadora de este instrumento, y los Principios de Préstamos Verdes de la Loan Market Association. “Esta estructura reconoce y atestigua el compromiso de la compañía con el desarrollo de proyectos que protegen y preservan el medio ambiente al tiempo que se adhieren a los más altos estándares de compromiso medioambiental”, aseguró la compañía en un comunicado.

En el segmento bancario, Bci ha emitido cuatro bonos verdes en el mercado de capitales por un total de US$124 millones, los cuales han sido destinados principalmente al financiamiento de proyectos de ERNC.

Sobre esta línea de trabajo, en el Bci sostienen que “buscamos impulsar soluciones financieras y de inversión que faciliten y aceleren la urgente transición hacia una economía con menor impacto climático y con impacto positivo en la sociedad. Es por esto que hemos emitido bonos verdes en el mercado de capitales, los cuales han permitido el financiamiento de proyectos de ERNC”.

La entidad también ofrece otra herramienta crediticia con ese objetivo. “Al igual como ocurre a nivel internacional, en Bci utilizamos para el financiamiento de grandes proyectos de energía renovable el mecanismo conocido como Project Finance. Beneficia de manera directa al proyecto, previo análisis del flujo de caja esperado proveniente de/mismo. Bajo esta estructura, en los últimos años hemos entregado financiamiento por más de USS500 MM a proyectos eólicos y solares”, resaltan.

Fuente: Induambiente

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