[vc_row][vc_column][tm_heading style=”thick-separator” tag=”h5″ custom_google_font=”” google_fonts=”font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal” text=”Opinión – Ahora es Cuando” font_size=”lg:32″][vc_column_text]
Columna de Ana Lía Rojas, directora ejecutiva de ACERA.
El sector energético es hoy el que más aporta a las emisiones de gases de efecto invernadero y otros materiales particulados que impactan en la contaminación en Chile, con el 77,4% de las emisiones totales, dónde la generación eléctrica representa en torno a un tercio de este valor. Por esto, cuanto antes se elimine los combustibles fósiles de la matriz, de mejor manera podremos reducir su impacto ambiental y combatir la crisis climática, cuyas consecuencias ya están claras para la humanidad desde una base indiscutible y científica.
Chile posee todas las fuentes primarias renovables de energía, y por lo tanto es técnica y económicamente factible llegar al 100% de producción eléctrica renovable y en un plazo anterior al 2040. Los diagnósticos ya están hechos, ahora es cuando para implementar las acciones. Los acuerdos y decisiones que tomemos en los próximos 4 años, serán clave para implementar las transformaciones que requiere el sector y el país entero para el éxito de estos propósitos.
La reciente aprobación de la Ley Marco de Cambio Climático, que se enfoca principalmente en la mitigación y adaptación, fijando estrategias e instrumentos de gestión y metas concretas al 2050, entre otras importantes materias, le dará también mayor fortaleza a la institucionalidad medioambiental del país, y a su vez, se verá reflejado en los planes y acciones que el Gobierno tenga que implementar.
El sector ERNC ha crecido de tal forma, que se ha transformado en la piedra angular de la transición energética. Cerramos el 2021 con casi 11.500 MW de capacidad instalada, y se contabilizaron 169 proyectos en construcción, que suman un total de 4.500 MW. Esto muestra el dinamismo y el creciente nivel de competencia en el sector, lo que no quiere decir que la tarea esté hecha, muy por el contrario.
Aún existen grandes desafíos, donde el principal es mantener el compromiso de descarbonización –en coherencia con el trabajo regulatorio- con una mayor inserción de energías renovables y almacenamiento para la estrategia de transformación del sistema eléctrico, resguardando que dicha transición sea realizada bajo las premisas de urgencia que nos impone la crisis climática.
Adicionalmente, aumentar las vías de desfosilización -sin retrocesos- y con adopciones de tecnologías que permitan implementar soluciones para evitar el vertimiento de renovables en los sistemas de transmisión, más aún cuando estemos en escenarios de menor aporte hidroeléctrico en los años venideros.
En el mismo orden de importancia, y de manera muy decidida: hacernos cargo de la vulnerabilidad y pobreza energética, un mayor y mejor acceso a energía, a menores costos y que mejore vidas; eficiencia energética y mayor participación de los usuarios en la gestión de sus consumos; el desarrollo de la generación distribuida; la electrificación de sectores de alto consumo energético y de marcado origen fósil, como el transporte y la calefacción; y los retrasos en los planes de trabajo de las obras nuevas y las ampliaciones del sistema de transmisión, que están produciendo, entre otros efectos, congestiones que implican hacer recortes de inyección de energía renovable y un eventual riesgo en el plan de descarbonización eléctrica.
Esperamos también impulsar la elaboración de una institucionalidad que se haga cargo del déficit acumulado en planificación territorial del sector energético. Los proyectos de generación renovable, la transmisión y todos los elementos que permitan una mayor penetración de renovables y almacenamiento, deberán desplegarse en el territorio conviviendo armónicamente con las comunidades y la ciudadanía, y es necesario una institucionalidad que regule, oriente y zanje los acuerdos de dónde y con qué condiciones se deberán desarrollar, construir y operar las inversiones necesarias asociadas a la transición energética.
Finalmente, pero no menos relevante, las nuevas autoridades han planteado dentro de sus ejes prioritarios un “gobierno feminista”. Una premisa totalmente en línea con nuestra estrategia de sostenibilidad. Somos parte del grupo de trabajo público-privado pionero en fomentar, desde hace más de 6 años, políticas y planes de acción para aumentar la inserción y equidad laboral de la mujer en un sector masculinizado, con acciones concretas y visibles, no con bonitas palabras, firmas o fotos. Seguiremos en ello con la energía de todas y todos.
Fuente: País Circular[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=”lg:30″][/vc_column][/vc_row]