[vc_row][vc_column][tm_heading style=”thick-separator” tag=”h5″ custom_google_font=”” google_fonts=”font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal” text=”Los problemas energéticos de China exponen las tensiones antes de la COP26″ font_size=”lg:32″][vc_column_text]

Para evitar que las temperaturas globales lleguen a niveles peligrosos, China debe alejarse del carbón inmediatamente. Por su creciente demanda energética y los continuos apagones, probablemente no lo haga.

Al norte de una gran ciudad industrial china, trabajadores terminan la construcción de una planta de electricidad a gas para reemplazar una a carbón, que cubría al barrio cercano con un manto de hollín. Es una de las varias plantas a gas que se están construyendo para esta ciudad industrial de unos 10 millones de habitantes, donde la creciente demanda de energía ha llevado a racionamientos y apagones que ahora están atravesando el este de China y amenazan las cadenas de suministros internacionales.

Esto pone de relieve una realidad inquietante en el combate global al cambio climático: China quema más combustibles fósiles que cualquiera otra nación, convirtiéndola en el principal emisor de gases de efecto invernadero. Y su apetito voraz por la electricidad está creciendo. El Presidente chino, Xi Jinping, ha prometido que su país empezará a reducir dióxido de carbono y otros gases generados por la combustión de carbón, gas y petróleo para 2030 y que dejará de emitirlos totalmente para 2060. Pero los científicos advierten que los países tienen que alejarse de los combustibles fósiles ahora para evitar las consecuencias más catastróficas del cambio climático.

A semanas de la cumbre climática clave de Naciones Unidas en Glasgow, Escocia (la COP26), la atención está puesta en China. La principal agencia de energía del mundo dijo hace dos semanas que China ‘tiene los medios y las capacidades’ para reducir su contaminación. ‘Queremos ver ambición de parte de China’, dijo Alok Sharma, el parlamentario británico que supervisa las negociaciones climáticas internacionales como presidente de la COP26. ‘China es responsable por casi un cuarto de las emisiones globales actualmente. Y van a ser una parte crucial para asegurarnos que podamos tener éxito’. China ha dado algunos pasos importantes este año para empezar a limitar el uso del carbón, el más sucio de los combustibles fósiles. En abril, Xi prometió que China ‘controlará estrictamente los proyectos de generación de energía en base a carbón’. Añadió que el país podría llegar al consumo más alto de carbón para 2025 y entonces lo reducirá durante los siguientes cinco años.

Siguiendo la promesa de Xi, los gobiernos locales redujeron las aprobaciones de nuevos proyectos de plantas de carbón, tras un gran aumento en 2020. Algunas provincias ordenaron el cierre de algunas de sus plantas de carbón más antiguas y menos eficientes. En septiembre, Xi anunció ante la ONU que China dejaría de financiar nuevas plantas de energía en base a carbón en otros países. Expertos estadounidenses dijeron que es un paso importante, pero no es suficiente. Estando en Tianjin, John Kerry, el enviado climático del Presidente de EE.UU., Joe Biden, hizo notar que China aún piensa construir una planta de energía en base a carbón de 247 gigawatts, que equivale casi a seis veces la capacidad total de energía con carbón de Alemania. El plan de China ‘podría deshacer la capacidad del resto del mundo’ de limitar el calentamiento global a un nivel seguro, dijo. En las últimas tres décadas, el crecimiento de uso de energía de China ha sido explosivo: al año, quema más carbón que la suma del resto del mundo y casi el mismo petróleo que EE.UU. Pero también está haciendo grandes inversiones en energías limpias.

China es el líder mundial en energía hidroeléctrica, solar y eólica. Aun así, no es suficiente. ‘Las adiciones en capacidad renovable no están siguiendo el ritmo del crecimiento de la demanda’ por electricidad, sostiene David Fishman, un analista de energía del Grupo Lantau, una consultora en Hong Kong. Estados Unidos y Europa han sido capaces de reducir las emisiones más fácilmente porque sus economías han estado creciendo lentamente. Pero China necesita encontrar la forma de producir incluso más energía a medida que reduce las emisiones al mismo tiempo; una tarea extremadamente difícil. EE.UU. y otros países están presionando a China a comprometerse a ayudar a limitar el calentamiento global en este siglo a no más de 1,5 ºC respecto de las temperaturas previas a la Revolución Industrial. China está entre los pocos países que no se han comprometido con la meta. Un asunto que complica es la visión de China de que el cambio climático es primordialmente una responsabilidad estadounidense.

Durante el último siglo, EE.UU. ha emitido más dióxido de carbono producido por humanos que cualquier otro país, aunque China es el actual mayor emisor, por un amplio margen y está alcanzando rápidamente las emisiones acumuladas. China también resiente la presión de la administración Biden para que aumente sus compromisos, porque el expresidente Donald Trump en 2017 retiró a EE.UU. del Acuerdo de París, el pacto climático global. Esa decisión detuvo el progreso climático de EE.UU. por cuatro años. Además, la administración Biden se ha molestado con Beijing por amenazar con suspender su cooperación climática si Washington lo sigue desafiando en DD.HH. y otros asuntos. El crecimiento del consumo energético de China está alimentado por su sector manufacturero. China tiene un quinto de la población del mundo, pero produce un tercio de los bienes manufacturados del mundo. La dependencia global de esos productos ha aumentado con la reapertura de las economías 19 meses después del inicio de la pandemia de coronavirus. El mayor impulsor de las emisiones de China, sin embargo, es su apetito por acero y cemento, ingredientes claves para los grandes proyectos de construcción.

La producción de estos dos materiales representa cerca de un cuarto de las emisiones de carbono de China. Una escasez de electricidad ha cerrado temporalmente miles de fábricas en las últimas semanas. Los ascensores fueron puestos fuera de servicio en edificios de pocos pisos en el sureste de China. Algunas estaciones de bombeo de agua han sido forzadas a detener sus operaciones en el noreste del país. Los apagones, que también están afectando a los hogares, hacen incluso más fácil justificar más inversiones en plantas de energías en base a combustibles fósiles. A medida que China se ha enfrentado a la escasez de energía, las inversiones en minas de carbón –que se habían acabado para 2016– han comenzado a revivir. Y además, la energía del carbón aún puede ser rentable en algunas áreas costeras de China donde las nubes y los débiles vientos hacen que la energía solar y eólica sean menos viables. La energía renovable al interior de China algunas veces genera más electricidad que los consumidores cercanos pueden usar de inmediato y en otros momentos producen muy poco. Para abordar este problema, China ha construido líneas de transmisión de ultra alto voltaje para unir el interior del país con centros cerca de la costa.

Pero la conectividad aún tiene mucho camino por recorrer. Beijing también está tratando de usar las fuerzas de mercado. El gobierno ha ordenado a las empresas eléctricas cobrar a los clientes industriales y comerciales hasta cinco veces más cuando la energía es escasa y se genera principalmente con carbón, que cuando la energía renovable está inundando la red. Pese a los objetivos de Beijing, los gobiernos provinciales tienen otras ideas. ‘Hay un tira y afloje’, dijo Kelly Sims Gallagher, profesora en la Escuela Fletcher de la Universidad de Tufts, quien estudia las políticas climáticas de China. ‘El gobierno central está tratando de limitar la producción de carbón, y los gobiernos locales están haciendo lo contrario. Quieren reiniciar las plantas o construir nuevas para que sus economías locales se reactiven tras la pandemia’.

Fuente: El Mercurio[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=”lg:30″][/vc_column][/vc_row]