[vc_row][vc_column][tm_heading style=”thick-separator” tag=”h5″ custom_google_font=”” text=”ERNC, un ejemplo de desarrollo económico junto al medio ambiente” font_size=”lg:32″][vc_column_text]

Columna de Darío Morales, Director de Estudios de ACERA.

En el marco de la COP25, conferencia internacional de la que Chile será anfitrión este año, se ha producido un intenso debate sobre el cambio climático y si las medidas que nuestro país debe tomar para hacer frente a este gran desafío tendrán o no consecuencias negativas para nuestro desarrollo económico. En este sentido, las Energías Renovables No Convencionales (ERNC) son el mejor ejemplo en contra del falso dilema de que el cuidado del medio ambiente va en contra del desarrollo económico competitivo y eficiente.

Por definición, el crecimiento económico se logra a través de empresas que buscan competir a través de la prospección de nuevas oportunidades de negocio, las cuales pueden ser descubiertas a partir de múltiples estrategias. La mayoría de estas estrategias competitivas tienen como elemento común la identificación de necesidades insatisfechas de sus actuales o futuros clientes. Como consecuencia de lo anterior, una creciente necesidad de la población por vivir en un ambiente libre de contaminación y en armonía con el medio ambiente se ha transformado en un importante motor competitivo, que incentiva nuevos desarrollos tecnológicos, promueve la innovación y abre el espacio para el emprendimiento.

Según datos de la Agencia Internacional de la Energía, en 2018 la inversión pública en 1+D en energía de los países miembros ha superado los 25.000 millones de dólares, mientras que la inversión privada se ha mantenido constante cerca de los 90.000 millones. Según esos mismos datos, las principales bajas se han visto en la I+D de tecnologías térmicas y de combustión, mientras que las principales alzas están en el rubro automotriz y de las energías renovables. Este esfuerzo internacional en tecnologías de generación renovable se ha traducido en una importante reducción de los precios de instalación, operación y mantenimiento de las tecnologías hasta el punto de hacerlas competitivas, como es el caso de la generación eólica y solar y, próximamente, será el caso de las tecnologías de almacenamiento.

En efecto, las ERNC han tenido un significativo aumento en la participación de la matriz energética nacional, tanto por su baja de costos de inversión como por la implementación de políticas públicas que buscaron reducir sus barreras de mercado. Así, pasamos de apenas 442 MW en 2009 a más de 5.500 MW en lo que va del año 2019, es decir, más de 5.000 MW en 10 años y sin subsidios.

Al mismo tiempo, según datos de la Comisión Nacional de Energía, a la fecha hay 1.400 MW de proyectos de generación ERNC declarados en construcción. Así, no cabe duda de que estamos muy próximos a cumplir -cinco años antes- la meta 20/25 que busca lograr un 20% de participación anual en la producción de energía eléctrica a partir de fuentes ERNC.

La entrada en operación de los proyectos de energía limpia y económica tendrán importantes efectos en los precios de la energía para los clientes finales. En efecto, según estimaciones de ACERA, la participación de las empresas ERNC en las licitaciones de suministro para clientes regulados 2015/01 y 2017/01, generarán ahorros por casi U$ 2.800 millones entre los años 2020 y 2040.

Para poder seguir contribuyendo a un desarrollo económico sustentable en materia energética, es fundamental que el sector público, privado y la academia sigan trabajando juntos para abordar los nuevos desafíos que la industria enfrenta. De esta forma, cobra mucha importancia los esfuerzos que se están realizando en materia de cierre programado de las centrales a carbón, los análisis relativos a las mejoras en los mercados para incorporar más servicios de flexibilidad en el sistema eléctrico, reducir las barreras que existen para la incorporación de sistemas de almacenamiento a gran y mediana escala, la promoción de la generación distribuida y la futura reforma a la regulación de la distribución.

Trabajando todos los temas anteriores desde la visión global del problema que buscamos resolver: cómo tener un sistema eléctrico eficiente desde la perspectiva económica, que fomente la incorporación de nuevos actores y nuevas tecnologías y que contribuya a la lucha contra las emisiones tanto globales como locales, Chile debería seguir a pasos agigantados hacia una transición energética total, demostrando que es posible mantener un alto desarrollo económico protegiendo al medio ambiente.

Fuente: Norte Minero[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=”lg:30″][/vc_column][/vc_row]