[vc_row][vc_column][tm_heading style=”thick-separator” tag=”h5″ custom_google_font=”” google_fonts=”font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal” text=”Energías renovables no convencionales y calefacción distrital, dos apuestas para la calefacción del futuro” font_size=”lg:32″][vc_column_text]

La experiencia internacional indica que es relevante disminuir el consumo en los hogares mediante eficiencia energética en su diseño, además de de trabajar la calefacción y enfriamiento, utilizando recursos renovables no convencionales o la lógica colectiva.

Considerando que el gasto de las familias chilenas en calefacción y agua caliente sanitaria representa, en promedio, el 52% del presupuesto familiar; que el 53% de la energía que estas utilizan se destina a calefacción y el 20% a agua caliente, siendo la leña (39,6%) y el gas (31,4%) los energéticos más usados, y que, según datos procesados por la Red de Pobreza Energética, obtenidos de encuestas realizadas por el Instituto Nacional de Estadísticas, un 11,6% de la población encuestada declara no usar o no tener algún sistema de agua caliente sanitaria, inmediatamente queda en evidencia una serie de desafíos en estas materias.

Para el director de Estudios de la Asociación Chilena de Energías Renovables y Almacenamiento (Acera), Darío Morales, el primero se relaciona con la necesidad de reducir considerablemente el gasto en calefacción y agua caliente sanitaria, lo que, a su juicio, pasa por una mejora significativa en los estándares constructivos de las viviendas, buscando una mayor aislación térmica y eficiencia energética. El segundo, con reducir, o eventualmente eliminar, el uso de combustibles de todo tipo para la calefacción, ya que —asegura— estos no solo generan gases de efectos invernadero y material particulado, sino que algunos tienen importantes efectos en la contaminación intradomiciliaria, afectando la salud de las personas. El tercer desafío —señala— tiene relación con llevar estas mejoras a una base más amplia de la población, especialmente hacia aquellos que aún no cuentan con calefacción ni agua caliente.

En este contexto, el experto declara que las energías renovables no convencionales tienen un importante rol que cumplir. Por ejemplo, señala que el desarrollo de sistemas solares térmicos para agua caliente sanitaria aún no ha alcanzado su máximo potencial de desarrollo en un país como el nuestro, que cuenta con importantes niveles de radiación solar en buena parte de su territorio.

‘Es absolutamente posible, además, que las viviendas tengan sistemas de calefacción y refrigeración basados en bombas de calor geotérmicas, que no es otra cosa que aprovechar la inercia térmica del subsuelo. Todo lo anterior, puede ser apoyado también por un proceso sostenido de electrificación de los sistemas de calefacción, siempre y cuando esto vaya acompañado por una matriz eléctrica con mayor presencia de energías renovables, tal como está sucediendo hoy en Chile’, enfatiza.

Lógica colectiva

A este análisis, Rosa Riquelme, jefa de Climatización de la Agencia de Sostenibilidad Energética (AgenciaSE), suma que, en Chile, el 97,3% de las viviendas tiene sistemas de calefacción individuales; es decir, que en cada una se elige su calefactor y, por tanto, el energético que utiliza.

En ese sentido, manifiesta que incluir alternativas como la calefacción o energía distrital puede ser muy eficiente para centros urbanos densos en población.

‘Este sistema permite que, a través de una central, se genere la energía necesaria para calefaccionar y también enfriar las viviendas y edificaciones conectadas a la red. En el mundo, hay experiencias con distintos energéticos, entre ellos, biomasa, gas, geotermia y residuos, y las plantas térmicas se diseñan con estándares de eficiencia energética y adoptan tecnologías para controlar las emisiones atmosféricas, logrando así el cumplimiento de ambos objetivos’, aclara.

La experta comenta que, en los últimos diez años, se han venido estudiando las barreras para la implementación de este sistema en Chile y se han identificado principalmente cuatro: altos costos de inversión, incertidumbre sobre la normativa existente, falta de conocimiento generalizado sobre costos y beneficios, y falta de institucionalidad que centralice los esfuerzos de los distintos actores.

A partir de este diagnóstico, Rosa Riquelme comenta que los ministerios de Energía y del Medio Ambiente, la Agencia de Sostenibilidad Energética y ONU Medio Ambiente, desde 2020, están ejecutando el Programa GEF de Energía Distrital, que persigue cuatro objetivos, que obedecen a las cuatro barreras identificadas. Incluso una Oficina Nacional de Energía Distrital (ONED) fue establecida para coordinar distintos actores en la implementación de proyectos.

Para destrabar las barreras financieras, se lanzó, en diciembre de 2020, una convocatoria de apoyo de proyectos de energía distrital, que ofrece asesoramiento experto para mejorar proyectos en etapas tempranas de evaluación, así como apoyo financiero para implementar hasta tres proyectos de energía distrital en territorio chileno, desde la Región Metropolitana hasta la de Magallanes. Además, se está trabajando en mejorar la normativa existente para facilitar la tramitación de los proyectos.

Fuente: El Mercurio[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=”lg:30″][/vc_column][/vc_row]