Editorial: Dos décadas moviendo las fronteras de lo posible

Por: ACERA

Este año celebraremos el 20º aniversario de ACERA. Y en época de balances y recuentos, hacemos también el valioso ejercicio de mirar más atrás, y poner en contexto la envergadura de lo que hemos logrado como industria ERNC y como país, para entender los desafíos que tendremos que superar para seguir en la misma senda.

Hace dos décadas, en el año 2003, cuando se fundaba ACERA, la principal Asociación de Energías Renovables y Almacenamiento de nuestro país, la participación de las fuentes ERNC en la matriz de energía eléctrica de Chile era prácticamente nula. Por aquel entonces, eran permanentes las expresiones  de  escepticismo  y  descrédito  por parte  de muchos especialistas, expertos e incluso autoridades de la época, quienes no consideraban siquiera posible dar cabida a las energías renovables en la matriz eléctrica chilena.

Afortunadamente, a fuerza de un trabajo mancomunado, entre la sociedad civil, las empresas privadas y las señales regulatorias que los sucesivos gobiernos supieron dar para instalar a las energías renovables como factibles y competitivas, logramos alcanzar una inmensa proporción de las inversiones que actualmente se están ejecutando en nuestro país; y esas voces tuvieron que callar…por un tiempo.

Diez años después, en 2013, el  Presidente de la República de la época señalaba en su cuenta anual a la Nación, que en materia energética se estaban enfrentando serias dificultades debido al alza de los precios internacionales de los combustibles fósiles, sumado a la severa sequía que en ese entonces ya se extendía por 4 años, y que se requeriría más que duplicar nuestra capacidad de generación durante los próximos 12 años, dentro de lo posible, con energía más económica, limpia y segura.

Tanto en el 2003 como en el 2013, en ACERA ya sabíamos que la única opción de Chile para avanzar tanto en seguridad e independencia energética como en mayor competitividad y menores precios, era apostar definitivamente por las ERNC. Luego en 2015, y frente a la evidencia científica que le dio sustento al Acuerdo de París, y los años posteriores, que pusieron a Chile como un país líder en la lucha contra el cambio climático, la senda marcada por ACERA no fue más que reforzada y ratificada.

En las licitaciones de suministro eléctrico del año 2013 el precio promedio adjudicado fue de 129USD/MWh, mientras que en las licitaciones del año 2021, con una alta participación de empresas con ERNC, el precio promedio adjudicado fue de 24USD/MWh. Esto da cuenta de la gran competitividad y reducción del precio de la energía que las renovables han aportado  a nuestro país.

La generación anual de ERNC del año 2013 representaba sólo un 5,85% del total. En contraste, el 2022 cerramos el año con una generación ERNC equivalente a un tercio de la matriz eléctrica, es decir, en sólo 10 años, la participación renovable se ha incrementado en casi 6 veces.

Esa misma fecha, muchas de esas voces autorizadas afirmaban que la meta de un 20% de energías renovables al 2025 era un sueño imposible, de quienes ya estábamos impulsando desde ACERA el desarrollo de energías limpias. El hito se cumplió 5 años antes de lo estipulado por la Ley.

Y cuando miramos la historia en perspectiva, podemos mostrar con evidencia que cuando nuestra Asociación, hace ya 20 años, fundamentó su quehacer en la promoción de las energías limpias, en tiempos en que enfrentábamos mucha oposición y escepticismo, sabíamos que se necesitaba seguir perseverando para lograr la independencia energética que Chile necesita.

Todos estos logros, sin duda, fueron obtenidos con ahínco, mucho trabajo y basados en la demostración técnica, la capacidad de innovar en los métodos, modelos de negocio y sobre todo en la regulación, muchas de las cuales tuvieron su origen en propuestas que ACERA fue entregando a sucesivas autoridades tanto en el Ejecutivo como en el Parlamento.

Esta labor incansable, es lo que ha ido moviendo las fronteras de lo posible, centrado en la transición energética y los compromisos locales, nacionales e internacionales de disminución de emisiones que involucra al sector eléctrico. No a través de la condescendencia, sino del trabajo serio, con fundamento técnico y también con una claridad coherente en el propósito. 

Y el propósito, a 20 años desde la fundación de ACERA, sigue siendo el mismo: lograr una mayor penetración de energías renovables y de almacenamiento, acelerar la descarbonización y reducir  las emisiones del sector  eléctrico, y  corregir  todas  aquellas distorsiones que, anquilosadas en un diseño regulatorio obsoleto, diseñado para un pasado eléctrico hidro-térmico, favorecen y premian aún a las energías fósiles y contaminantes.

En este año 2023 las energías renovables y el almacenamiento ya no son un proyecto, una declaración de intenciones o un sueño, son la realidad de nuestro país y la única forma que tiene el  sistema  eléctrico  nacional  para  seguir  expandiéndose,  en  consistencia  con la  urgencia climática, las demandas de la ciudadanía y el cumplimiento de nuestros compromisos en materia medioambiental y de justicia en la transición energética.

Y sin embargo, junto con el optimismo de las buenas cifras de la performance de las energías renovables en el 2022, estamos también en un momento de inflexión, con baches y grandes retos para esa senda de acciones que requerimos como país para ser capaces de concretar la anhelada transición energética de nuestro sector.

Se requieren soluciones regulatorias urgentes que permitan a la industria renovable reducir los impactos negativos de los costos marginales cero, y reducir las cantidades de energías limpias y renovables que no se pueden aprovechar y que hoy se reemplazan por energías fósiles, caras y contaminantes. Asimismo, es apremiante que la infraestructura de transmisión se utilice al máximo de sus capacidades, aprovechando la tecnología existente y adoptando criterios de operación flexibles que permitan un uso eficiente de la energía renovable de nuestro país.

Daremos así, las primeras señales para continuar con la transición energética y corregir la situación actual -donde al contrario de lo que sucede en otros lugares del mundo- en nuestro mercado eléctrico se da la paradoja de que quien contamina cobra y quien no contamina paga. Por tanto,  reiteramos que así como hemos conseguido y alcanzado muchos éxitos en materia de avances en ERNC en 20 años, no podemos quedarnos en la autocomplacencia sin señalar, los  múltiples  desafíos  y  obstáculos  que  como  industria  renovable  y  de  almacenamiento deberemos superar a partir de este 2023 para seguir avanzando fuerte y decididamente en la transición energética de nuestro país, liderada por un trabajo público privado para el cual es necesario dialogar y comprender que esta transición energética es más compleja y desafiante de lo que puede parecer.