[vc_row][vc_column][tm_heading style=”thick-separator” tag=”h5″ custom_google_font=”” google_fonts=”font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal” text=”Desde pumas hasta mejoras en el aire: Los cambios de la ciudad con menor circulación” font_size=”lg:32″][vc_column_text]
Producto del confinamiento, se ha visto un tránsito más fluido, inferiores niveles de ruido y una baja en la contaminación atmosférica.
El distanciamiento social —al que la mayoría ha debido someterse producto de la pandemia del covid-19— ha generado que millones de personas no puedan trabajar, o bien, lo hagan desde sus casas, reduciendo de forma importante el número de peatones y automóviles en la vía pública.
Así, durante las últimas semanas se han constatado hechos que no suelen ocurrir en la capital. Muchos están relacionados entre sí y evidencian el impacto del diario vivir ciudadano en el ambiente.
El uso más acotado de vehículos motorizados, por ejemplo, ha generado menor emisión de gases contaminantes, mejorando así la calidad del aire. La reducción de automóviles también ha permitido optimizar los tiempos de traslado, ya que no se generan grandes atochamientos en las horas punta.
Algo similar ha ocurrido con el ruido, que ha disminuido principalmente en las noches, debido al escaso desplazamiento vehicular durante el toque de queda.
Este silencio es, de hecho, lo que explicaría en mayor parte, según los expertos, la aparición de fauna nativa que la bulla suele ahuyentar, como los tres pumas capturados en los últimos días y el avistamiento de nuevas aves.
En paralelo, también ha habido cambios en las conductas y formas de relacionarse de las personas que viven en comunidad.
Menos esmog, por ahora
Un fenómeno que se ha detectado con la cuarentena es la reducción de la contaminación ambiental. Así lo identificó un estudio de la U. Católica de Valparaíso, liderado por el exministro de Medio Ambiente y hoy director del Centro de Acción Climática de esa casa de estudios, Marcelo Mena.
Sin embargo, la buena condición del aire en la capital no duraría tanto. El seremi metropolitano de Medio Ambiente, Diego Riveaux, advierte que la reducción de contaminantes se ha percibido porque ‘se midió en marzo, que es un mes en que aún hace calor y hay buenas condiciones de ventilación’.
La autoridad adelanta que en el invierno habrá ‘malas condiciones de ventilación y, como la gente va a estar confinada en sus casas, podemos esperar que aumente el uso de leña’. Al respecto, Riveaux llama a tomar conciencia y tener una conducta responsable.
Más avistamientos de fauna nativa
Fue un puma macho de 35 kilos el primero que encendió las alarmas. Aunque estos animales a veces llegan hasta las zonas residenciales de comunas precordilleranas, este felino recorrió varios kilómetros por Ñuñoa y Providencia.
Expertos coinciden en que el toque de queda generó condiciones idóneas para que haya nuevos avistamientos. Sin ir más lejos, ayer, en Colina, personal del Parquemet y del SAG capturó a un nuevo puma, el tercero en dos semanas. Este macho se encontraba en buenas condiciones y fue trasladado al centro de rehabilitación del mismo Parquemet, el cual anoche lo liberaría.
El vocero del Colegio Médico Veterinario, Diego Peñaloza, dice que en las últimas semanas también se han avistado aves que no suelen acercarse a la ciudad, sobre todo rapaces como tucúqueres, lechuzas, águilas y aguiluchos.
Comunidades más organizadas
Para evitar la propagación del covid-19, la mayoría de los edificios y condominios restringieron la circulación de los residentes en los espacios comunes. Ascensores, quinchos y gimnasios, entre otros, se han convertido en un posible foco de infección, así que se ha prohibido su uso, al igual que el acceso a las visitas. Esto, en mayor o menor medida, ha provocado roces entre vecinos.
Además, muchos puestos de conserjería y aseo han quedado sin personal, ya sea porque están en una comuna en cuarentena o porque son ocupados por personas mayores, que corren más riesgos frente al virus, por lo que se han quedado sus hogares. La situación es tal que en algunos recintos de la capital los vecinos se han hecho cargo de labores de conserjería, jardinería y limpieza de áreas comunes.
Se reducen los tiempos de desplazamiento
Algo a lo que están acostumbrados los capitalinos es a que, tras meses de verano con poco tránsito en las calles, con marzo llega una alta afluencia de gente que se traslada en metro y buses, así como atochamientos que complican el desplazamiento.
Estos meses, sin embargo, han sido diferentes. Con la cuarentena hay menos autos en las calles y han disminuido los tiempos de traslado tanto en vehículos particulares como en el transporte público. Y a pesar de que este último tiene menor frecuencia, los trayectos son más rápidos.
Además, mediciones del Ministerio de Transportes evidencian la reducción de personas en las calles. El lunes 9 de marzo, diez días antes de que comenzara a regir el Estado de Catástrofe, más de 4 millones 265 mil ciudadanos utilizaron el transporte público, ya sea el metro, bus o tren. El lunes 30 de marzo, en cambio, 783 mil personas usaron el servicio, lo que implica una disminución del 82%.
Una ciudad menos ruidosa
El hecho de que una parte importante de la fuerza laboral esté con teletrabajo, junto con la prohibición de eventos y reuniones sociales, ha generado que los niveles acústicos disminuyan.
Según el Ministerio del Medio Ambiente, la mayor evidencia se da en las noches: por ejemplo, en la estación de monitoreo ubicada en Irarrázaval se detectó hasta 75% menos de ruido. En ese lugar, en promedio, el ruido bajó un decibel durante el día, y seis en la noche.
En la situada en la avenida Santa Isabel, en tanto, se registró una disminución de dos decibeles durante el día y de seis en la noche.
Fuente: El Mercurio[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=”lg:30″][/vc_column][/vc_row]