[vc_row][vc_column][tm_heading style=”thick-separator” tag=”h5″ custom_google_font=”” google_fonts=”font_family:Poppins%3A300%2Cregular%2C500%2C600%2C700|font_style:300%20light%20regular%3A300%3Anormal” text=”Carlos Finat: “Un sector eléctrico cero emisiones requiere nuevas tecnologías, podemos y debemos estar a la altura”” font_size=”lg:32″][vc_column_text]

Finat se refiere a la necesidad de potenciar un trabajo público privado con el objetivo de desarrollar y contar con las condiciones óptimas para alcanzar dentro de la primera mitad del siglo un sistema eléctrico en el que no existirán centrales termoeléctricas.

El tránsito de la industria de la energía desde fuentes primarias, basadas en derivados del petróleo, carbón, gas natural, reactores nucleares y grandes hidroeléctricas, hacia matrices energéticas que privilegian crecientemente las energías limpias y de bajo costo, con fuentes distribuidas y aprovechando el sol, el viento, la geotermia, la bioenergía, además de las olas y mareas, debe ser uno de los procesos de cambio global más profundos y rápidos que haya observado la humanidad.

Se trata, además, de un proceso que impacta a todos los sectores de la actividad humana. La sociedad, política, economía y medio ambiente están involucrados íntimamente en este proceso – es más- podemos decir que enfrentada al cambio climático, el futuro de la humanidad depende en gran parte del éxito que tengamos en efectuar dicho tránsito con la velocidad y metas adecuadas.

En 2008 nuestro país discutía intensamente si era posible fijar una meta del 10% de Energías Renovables No Convencionales (ERNC) para el año 2024. En 2012 se discutía con la misma intensidad si la meta podía subirse al 20% para el año 2025. Hoy podemos comprobar que la meta no solamente se ha alcanzado cinco años antes, sino que la superamos en dos puntos porcentuales.

Sin duda, una razón para que estemos como país muy satisfechos de lo logrado. Sin embargo, también es una poderosa señal de alerta sobre lo que vendrá y la necesidad de potenciar un trabajo público privado que permita desarrollar y contar oportunamente con las condiciones necesarias para alcanzar dentro de la primera mitad del siglo un sistema eléctrico en el que no existirán centrales termoeléctricas. Y esto es un desafío mayor.

En pocos años, la tasa de innovación y cambio de las tecnologías de generación eléctrica ha permitido que las ERNC se coloquen como la opción más económica para la generación eléctrica. Si sumamos a eso la apremiante necesidad de eliminar las fuentes de generación eléctrica que emiten GEI y contaminantes locales, podemos esperar en el futuro una acelerada incorporación de generación limpia en nuestro sistema eléctrico. A modo de ejemplo, en lo que va corrido del año, se observa una cantidad de horas creciente en que la participación ERNC supera el 50% de la generación total del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), exigiendo a fondo los recursos flexibles del sistema. Y en los años siguientes esta exigencia aumentará, ya que sólo en 2021 se debería poner en servicio arios miles de megawatts de ERNC.

También sabemos que las proyecciones de uso de ERNC en general se quedan cortas y es necesario irlas corrigiendo año a año debido a su aumento. Bien lo sabe la Agencia Internacional de la Energía que ha debido corregir anualmente al alza sus proyecciones de energías renovables.

Todo lo anterior sugiere la necesidad de comenzar a pensar en un sistema eléctrico radicalmente diferente al que hemos conocido hasta ahora, con una participación mayoritaria de plantas generadoras que inyectan su energía a través de equipos electrónicos y no a través de conjuntos de turbina-generador y que, por lo tanto, la estabilidad transitoria del sistema deberá considerar métodos nuevos, tales como el grid forming, cuyo desarrollo está ocurriendo en estos momentos en otros sistemas eléctricos tales como Australia y el sistema interconectado de Europa.

Chile tiene las capacidades para ponerse a la altura de esa tecnología y aportar desde este extremo del mundo conocimientos y experiencias para alcanzar de manera segura y eficiente un sistema que prescinda de generación termoeléctrica antes de 2050.

Desde ACERA hacemos un llamado a las autoridades del sector, a la academia y a la industria eléctrica en general para iniciar un trabajo sistemático en esa dirección, que permita implementar oportunamente la regulación necesaria para que el tránsito al sistema eléctrico del futuro, seguro, competitivo y con cero emisiones, sea una realidad.

Fuente: El Día de Coquimbo[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][tm_spacer size=”lg:30″][/vc_column][/vc_row]